Ojos ciegos bien abiertos


Serie de relatos de Heroínas Anónimas:

I  -  La abuela
II -  La panadera
III - La niña




I - La Abuela 

La Abuela María, con el rostro arrugado, con las marcas de una vida bien llevada y tranquila...
La Abuela María baja silenciosa por la calle que rodea el almacén, centro mismo de una larga caminata matinal. Y viene de lejos, cada y cuando, en busca de mercaderías esenciales. La Abuela María cuenta las pocas monedas que le quedan, sumando y restando para no fiar ni mendigar. 
La Abuela María con su pollera a cuadros, medias finas y chaleco apolillado de tan viejo. Ella sólo se preocupa por cubrir sus rodillas de vieja...y piensa en sus hijos que no la visitan hace tiempo, en sus nietos que aún desconoce y todo lo que ha sembrado en sus años dorados.
La Abuela María se acerca a la Iglesia, donde miles de veces hizo su descanso de viajero; hablándose en silencio con Dios, pidiéndole consejo, una ayuda que traiga pan y dinero. 
La Abuela María con sus zapatos arreglados, su cabello blancuzco y sus pies hinchados por caminos de tierra, baja la calle muy despacio, ayudada de una rama y bastones viejos.
La Abuela María en su caminata mastica sus penas de madre, porque no todos sus nenes han sido buenos. Ella reniega pero en su alma solitaria reza manteniendo esperanzas. Estando en su casa, trabajando o tejiendo se olvida de las penas, pero en sus caminatas las preocupación pesa en su alma de abuela.
¡Qué la tierra no permita que la Abuela María quede en el camino!. ¡Más bien haz que la vieja, cuando Dios la llame, duerma recordando familia y nietos, en su resignada soledad!.

II - La Panadera

Julia Mendez, clase 1920, como noventa y pico de años, guapa, trabajadora vital; ella es la panadera del pueblo, con su mula hambrienta y cesto viejo. Camina cantando muchas verdades y canciones al lechero, almacenero y a quién comparta su rutinaria caminata. 
Cuerpo cansado pero alma juvenil, Julia canta para los carnavales, canta sus coplas y memorizados poemas a su compadre, que buen homenaje se merece. Doña Julia vive con el joven Bautista, carnicero de ochenta años, cabeza calva, botas de llama, pantalón cubierto de sangre y tierra.
Doña Julia y el joven Bautista no les importa el registro civil, viven respetando las antiguas leyes y la famosa moral. ¿Por qué deberían tener un contrato social? si ellos se entienden, si así son felices, comiendo empanadas, tomando su alcohol.
Doña Julia visita todos los meses a sus hijos que emigraron para el pueblo. Ellos reemplazan en la ciudad sus ojotas por zapatos nuevos. Pero Doña Julia jamás cambia lo que es, es la vieja panadera y no se avergüenza; los zapatos le son incómodos y la ciudad le da terror.
¡Ah Doña Julia Mendez! heroína de nuestro género, ejemplo de mujeres; lleva en su rostro tanta experiencia dichosa como espíritu de independencia liberadora. 
 
III - La niña

Mis ojos son tristes y mi rostro frío, mis brazos fuertes y mis piernas flojas. Mis manos secas de trabajo y sumisión.
La gente al verme comenta: "Sólo seis años y ya no es una niña"

Detrás de mis llamas voy por la montaña, cargando mi crío bajo abrigo. Camino buscando algo de comida y mejor vida.
("Tiene seis años pero no es una niña")

Los años van pasando y yo me quedo. Raíces, piedras y pasto son mis caramelos, mi juguete un chivo o un pájaro solitario.
("Ha vivido poco y ya no es una niña")

Mis muñecas son cáctus viejos, mi maestra son las flores o el viento. Mi amigo es un lobito que vive cerca de mi refugio.
("Y es todo lo que tiene de su infancia")

No hay reyes magos, no hay ni regalos ni hamacas. No veo a mis hermanas ni  amigos de Santa Ana.
("Sólo seis años y ya no es una niña")

Mica Bernard es Reina Momo

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