domingo, 27 de noviembre de 2011

Condicional


Nacemos con una condición xy o xx, hombre o mujer o bien como diría en el DNI sexo femenino o masculino. Como primera medida, ni bien nacemos, nuestro primer encuentro con este mundo tiene que ver con lo que nos visten, ropita rosa para niñas y celeste para varón, la verdad me encantaría conocer al hacedor de tan estúpida tradición, habrá sido por la época en que se produjo tal ocasión, quizás no existían tantos colores entonces. Pero así como el amarillito es el color preferido de los niños a bautizar o el blanco es el inmaculado que tiene o tenía, mejor dicho, la carga, ostentosa, de la pureza de la novia, me pregunto y de pura curiosa, además de mis ansias de querer  infringir alguna que otra regla, como es que la humanidad se caracteriza por ponerse condiciones para todo.
Las niñas, como regla sin excepción, deben jugar con muñecas, piezas de cocina, lápices labiales, bebotes, y los varoncitos deben hacer uso de la pelota, armas, autos, motos y todo lo que pueda sacar su carácter masculino a relucir. Entonces los padres, los tíos, los abuelos duermen tranquilamente porque cada cual en su rol hace lo que debe y por consiguiente la función que deberá cumplir en su futuro está sobradamente resguardada.
Ahora, ¿Tanta reglamentación no nos estará estorbando a la hora de decidir, de pensar, de ser nosotros mismos? ¿Y si acaso  la delimitación nos jugara en contra? ¿Porqué no podemos poseer la libertad de elegir nuestros juegos de niños? Y permitir que un niño pueda jugar con una muñeca y  una niña pueda experimentar con trenes, autos o tanques de guerra.
Me pregunto si tendrá que ver con el deseo humano de ser único en su condición, judíos por un lado, bolivianos, chinos, afros, hindúes por otro, mujeres, niños y hombres en otra definición, cartoneros, oficinistas, educadores, políticos, puestos todos en diferentes cajas, cada una de diferente color, dimensión y calidad. A pesar que nuestros pulmones respiran el mismo aire, masticamos, nuestros alimentos, todos en la boca y la carótida lleva a todos la sangre al mismo lugar, pareciera que olvidamos que, prácticamente todos estamos nueve meses en un útero y que fuimos procreados en la unicidad de los espermatozoides con un óvulo. Nos olvidamos de la UNICIDAD, la misma que nos permite hoy estar aquí, porque nuestra concepción fue hecha por la unión de dos seres que pusieron mucho de su parte a nivel afectivo y a escala genética.
Tanta condición nos limita por el resto de nuestras vidas y es cuando nos volcamos a nuestro “Yo”, “Alter ego” o como se quiera denominar, la verdad es que nos volvemos egoístas, nuestros miedos son los peores, nuestras enfermedades, incomparables, nuestra situación económica  no tiene dimensión. Finalmente llegamos al lugar donde  pensamos como querían que lo hiciéramos, Yo: mujer, Vos: hombre, Ël judío, El cristiano, El letrado, El ignorante y todos: ¿Humanos?
Entonces recurrimos a nuestra individualidad y aunque , parezca muy atrevido de mi parte, nominaría a esta palabra con el premio nobel a la indiferencia, al que me importa, al no veo más que lo mío; a la palabra más irracional de la humanidad, que vive entre nosotros enarbolando el ego de la sociedad, que vive enfrascada y con una tapa sellada al vacío, donde no cabe más que  lo preestablecido , lo que nos enseñaron, como una especie de abecedario, donde las letras están siempre en el mismo lugar.
  Será maravilloso poder ser y dejar ser con libertad. Poder resisitirnos a los manuales que tenemos en el índice de nuestro cerebro, comenzar a cambiar los colores, los juegos que nos impusieron desde chicos, dejar de lado tantas palabras adquiridas y buscar otras ,que nos lleven a la integración sin limitaciones, sin la condición de ser y dejando de ser la condición.

Gaby Abbru

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